martes, 22 de julio de 2008

¿DIVERGENCIAS? (DE RAFAEL MARAÑON)

Divergencias
Cuando se hacen por los discípulos (no introducidos, ni autorizados en teología), cábalas y adaptaciones, (posiblemente con tan buena fe como ignorancia y temeridad), hay unos pocos que se atienen estrictamente a los textos que resumen muy bien el andar del creyente sencillo. Este solo busca la adoración a Dios, y la buena puesta en acción de las palabras de Jesús. Ese es consecuente con su elección.
Los otros descuidados, reluctantes, o hipócritas, han de oír decir a la propia Escritura: Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; (Isaías 1:15). Hay que orar como Jesús esperando todo de su Padre, por que estaba decidido a hacer y decir solo lo que este le comunicara.
Así que es simple y no intrincado, el camino que lleva a la vida. Es angosto, por lo que tendremos que doblegarnos y abajarnos para circular por él, pero de ningún modo desagradable para los que buscan la gloria de Dios y el respeto y amor al prójimo. No fue otra cosa lo que Jesús mandó con tanto énfasis.
Ahora bien, pongamos atención, por que lo que sigue es muy importante. Dice el mismo Jesús: Y no queréis venir a mí para que tengáis vida. (Juan 5:39 y 40) Este sencillo versículo, nos pone ante grandes revelaciones a poco que se medite con la unción necesaria.
1º No queréis venir a mí. Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados. (Efesios 2:1). El hombre natural muerto espiritualmente, ni tiene poder, por estar muerto, ni desea ni puede desear como consecuencia, ir a Cristo. Lo afirma taxativamente la Escritura por lo que no haremos glosa de este maravilloso y revelador versículo: Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. (1ª Corintios 2:14).
Así que ya vamos abriendo nuestro entendimiento, a la verdad de que el hombre corriente entre las gentes, no percibe las cosas de Dios o lo hace muy superficialmente. Por tanto hablar de libre albedrío es tan simplón, como decir que el león puede comer hierba o la gacela atacar al leopardo. El hombre que no recibe la voz que Lázaro recibió cuando estaba en la tumba, sigue muerto y en la tumba del mundo, como Lázaro hubiese permanecido en el sepulcro de no haber sido por la voz de Jesús.
2º Para que tengáis vida dice Jesús a los que no quieren ir a Él. No pueden adquirir vida, si a la llamada del evangelio que es llamada universal, no quieren (no pueden) acudir. Naturalmente es así, por que ya hemos dicho que están muertos espiritualmente, y no pueden oír ni hacer ningún movimiento o intención. Un muerto no puede hacer nada para vivificarse a sí mismo.
¿Qué es necesario entonces? Una llamada celestial. Un llamado de elección y escogimiento. Seguramente junto al sepulcro de Lázaro habría más tumbas, pero solo Lázaro se levantó ante la llamada por que solo era para él, y solo su nombre fue pronunciado por Jesús. Así también nosotros, los que fuimos llamados por nombre, hemos recibido una llamada especial y celestial, y ya estamos sujetos a esa condición de vivos, salvos y predestinados para gloria.
Dice la
Escritura: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. (Isaías 43:1). Y es muy cierto. Los que fuimos redimidos, somos de Dios y hemos recibido un nombre especial para la llamada y la comunicación con Dios. Una vez recogidos por el Padre Eterno y en las manos del Cristo bendito, ya nadie podrá arrebatarnos de ellas por que no hay poder como su poder, ni hay amor como su amor.
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos. (Juan 10:27:28,29,30) No puedo intentar hacer más claro un texto que, debidamente meditado, es revelador de incontables misterios. Parémonos y meditemos; Dios nos dará la revelación necesaria si lo hacemos con unción.
Es su poder y su voz, los que eligen y llaman; y es su potencia y su misericordia los que hacen posible la vivificación. Estemos agradecidos, y no entremos en parcialidades y en discusiones del porqué la voluntad de Dios ha dispuesto las cosas de esta manera. Es así. Él sabe. ¡Entreguémonos ya!
Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. (Judas 1:24, 25,26).
Rafael Marañón
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