martes, 22 de julio de 2008

DIEZMOS Y OFRENDAS (DE ANTONIO GUDIÑO)


DIEZMOS Y OFRENDAS

¿Iglesias o empresas?Kevin Arjona Moncadaopinión@prensa.com
En este artículo me referiré principalmente a las iglesias de denominación evangélica. Ante todo, aclaro que soy cristiano evangélico y mi intención no es funestar a nadie, solo plantear un aspecto muy criticado por la sociedad.
Hay quienes tildan de charlatanes a pastores de estas iglesias, pero la pregunta es ¿por qué? Pues, por la sencilla razón de que piden muy insistentemente dinero en los cultos; aparte de que es sabido que la gran mayoría de los pastores cobra un salario proveniente de los diezmos y ofrendas de los feligreses.
Surge entonces la cuestión: ¿Es permitido bíblicamente que "se viva" del Evangelio o el predicador debe obtener un empleo secular? Para contestar a esta interrogante, debemos acudir a la Palabra de Dios.
Pablo, basándose en la ley mosaica, en I Corintios, Capítulo 9, explica que los predicadores tienen el derecho de ser mantenidos por la iglesia. Dice Pablo: "Así que, si nosotros hemos sembrado en ustedes una semilla espiritual, no es mucho pedir que cosechemos de ustedes algo de lo material. Si otros tienen este derecho sobre ustedes, con mayor razón nosotros" (I Co. 9,11-12).
No obstante, el apóstol continúa planteando que él no hará uso de ese derecho para no estorbar el anuncio del Evangelio de Cristo. ¿A qué se refiere? A lo que vemos hoy en día: muchos se abstienen de asistir a iglesias evangélicas por pensar que el pastor solo busca lucrar con sus prédicas y que todo se trata de una farsa o patraña. Hay religiones, como la mormona (Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días), que, al igual que Pablo, renuncia a ese derecho para evitar críticas.
Los obispos y demás líderes mormones no cobran por su labor eclesiástica; ellos viven de empleos seculares. Empero, si bien es cierto que el diezmo y las ofrendas son entregas íntimamente vinculadas entre el creyente y Dios, también es cierto que la Biblia permite al predicador vivir de aquellas dádivas. Sin embargo, es optativo para el evangelizador cobrar salario de la iglesia o trabajar secularmente para vivir.
Cabe destacar que quien vive de la iglesia dedica más tiempo a asuntos del Señor. Ahora bien, es preciso asimismo indicar que el pastor que devengue salario de la iglesia es susceptible de ser tocado por la avaricia y como consecuencia deje de ver a su ministerio como tal y lo mire como una "empresa" o negocio.
Para impedir aquella situación, es menester que ore constantemente. En mi opinión, considero que no está mal que los pastores cobren salario de su ministerio, puesto que es un derecho bíblico; lo que me parece incorrecto es la porfiada y contundente manera en que piden los diezmos y ofrendas, rayando casi a veces en la desesperación. Frases como "Dios quiere ese billete de B/. 20.00" pueden despertar sospechas en muchos que generen dudas con respecto al pastor, aunado a las exageradas repeticiones de solicitudes de dinero que hacen los predicadores durante el culto.
No es malo que en un momento determinado del culto se inste moderadamente al creyente a diezmar y a ofrendar, como lo hacen en las misas católicas, y como lo hacían en tiempos de Jesús. Así debería ser. Por otra parte, es verdad que las iglesias evangélicas, como todas, deben enfrentar gastos para sufragar la luz, el agua, el teléfono, la planilla, y, en el caso de Hosanna (Comunidad Apostólica Hosanna), la televisora, emisora, obras benéficas, entre otros gastos.
Pero, si Dios quiere realmente prosperar un ministerio, Él lo hará; no hay necesidad de desgañitarse pidiendo plata. Los mormones colocan fuera del salón sacramental unos sobres, para que, silenciosamente, lo llenen los miembros y se lo entreguen personalmente al Obispo. Y, pese a ello, nunca una iglesia mormona ha "quebrado". Es más, su capital es tan copioso que hasta un imponente templo de 13 millones de dólares han construido aquí en Panamá; y sin la indispensabilidad de pedir dinero de forma temosa.
El hecho de que pastores evangélicos pidan dinero para la iglesia no les resta dignidad ante Dios, ni mucho menos, los hace "embaucadores". Solo sostengo que tal actitud puede obstruir la conversión de varios al crear dudas sobre la convicción divina del pastor. Ahora, quien dude de su pastor, dice la Biblia, póngale a prueba (investíguelo); eso no es pecado, porque hay también lobos con piel de oveja, o en otras palabras, "falsos profetas". Soy realista.
El autor es estudiante de derecho

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